No se conocen datos concretos para esta fortificación, que por lo demás era desconocida en la literatura científica hasta 2009. En ese año, JM Marcos y L Mantecón publicaron un artículo (ver bibliografía) dando a conocer una serie de fortalezas altomedievales en la Liébana, la mayoría inéditas descubiertas en sus investigaciones. Se trata de vestigios de torres que ocupan emplazamientos dominentes, en altas agujas con gran visibilidad, rodeadas de precipicios altísimos hasta el punto que alguna sólo es accesible con material de escalada. La roca está rebajada artificialmente para asentar el edificio, que es sencillo (plata rectangular o cuadrada) y construido a hueso.

En el único castillo del conjunto en el que se han realizado excavaciones (monte Subiedes) se ha obtenido una fecha de C-14 en torno al año 1000, por lo que es de suponer que todos sean de la misma época. Esta es una fecha demasiado avanzada para ligarse a los comienzos de la Reconquista, por lo que esta proliferación de torres altomedievales en un territorio tan alejado del peligro musulmán se relaciona más bien con los mecanismos de control feudal del territorio. Son castillos para ser vistos desde todas partes y ver desde ellos, ejercerciendo el control efectivo del terreno. En ese aspecto se ligan a la repoblación de la Liébana, que debía ser una comarca muy poco ocupada; son elementos más de organización territorial que defensivos, más teniendo en cuanta la dificultad de abastecer o asediar esos picos inaccesibles.

Esta fortaleza se sitúa sobre el desfiladero de la Hermida y la iglesia mozárabe de Lebeña, que seguramente es contemporánea del castillo. Tiene conexión visual con otros semejantes (Corral de los Moros y Peñarrubia) que debieron pertenecer al mismo sistema organizador territorial.