Es uno de los conjuntos monásticos catalanes peor documentados en relación a su importancia monumental. En el año 985 ya se menciona una iglesia dedicada a San Pablo. En otro documento de finales del siglo X se encuentra la referencia de un monasterio, pero todo hace pensar que entonces no tenía comunidad y, por tanto, se trate de un recuerdo de un monasterio que en aquel momento se habría perdido. La laguna en la documentación podría justificarse por la destrucción sufrida por el ataque a Barcelona de Almanzor que podría haber hecho desaparecer completamente los archivos, y más si tenemos en cuenta el aislamiento en que se encontraba el lugar en aquella época. En el siglo XVI se encontró en el monasterio la lápida sepulcral del conde Guifré Borrell, fallecido en 911. Esto ha hecho pensar que en aquel año debía existir un monasterio con suficiente entidad para que el conde de Barcelona se hiciera enterrar aquí. Después la comunidad se debió perder, dado que en diferentes documentos donde se relacionan monasterios de Barcelona de la época, este no figura. Más adelante encontramos lo que podría ser una segunda fundación del monasterio, que tuvo lugar por voluntad de Geribert Guitard y su segunda esposa Rotlendis, como lo confirma una bula papal de Urbano II. Esta donación se hizo poniendo el nuevo cenobio bajo la tutela de Sant Cugat del Vallès, que debía encargarse de impulsarlo. En una lápida sepulcral de Guillem de Bell-lloc, descendiente de los fundadores y fechada en 1307, menciona que el 1117 pasó a depender de la Santa Sede, pero continuó estando muy vinculado a Sant Cugat. En el siglo XVIII estaba ya dentro del recinto amurallado de la ciudad.
LinkedIn
