
Este artículo resume de una manera muy breve la evolución del conocimiento sobre los asentamientos fortificados de la Edad del Hierro en Cantabriadurante los últimos treinta años. Incluye una lista de los asentamientos de este periodo con una breve referencia a sus características arqueológicas y la cronología que les atribuyen las excavaciones, así como una descripción de las zonas excavadas y de los hallazgos aparecidos en las mismas.
El “castro” de La Campana se muestra como un claro exponente de una de las fortificaciones más antiguas de Cantabria. El sistema defensivo incluye murallas, terraplenes y fosos situados en las zonas más accesibles del recinto. Se trata de una villa fortificada en altura de la primera Edad del Hierro. Las excavaciones arqueológicas han aportado cerámica modelada a mano y los restos de los adobes de los muros de las cabañas del “castro”.
En este artículo se resumen las intervenciones arqueológicas realizadas en el poblado fortificado pre-romano en altura conocido como el castro de la Peña de Sámano (Castro Urdiales) entre los años 1999 y 2005 bajo la dirección de los autores. A través de las diferentes campañas se han detallado los principales descubrimientos con una perspectiva cronológica y cultural y se han documentado las principales estructuras conocidas, tanto defensivas como domésticas y productivas. Las evidencias arqueológicas más antiguas permiten remontar los orígenes del poblamiento al tránsito de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro.
El profesor Peralta nos ofrece un repaso sobre las últimas investigaciones relativas a las guerras cántabras que han arrojado espectaculares resultados, ya que como resultado de las mismas ha aparecido el mejor conjunto campamental romano de nuestro país y uno de los principales de Europa, compuesto por numerosos campamentos romanos de campaña (castra aestivia), situados en las montañas y cercanos a los oppida indígenas atacados o asediados.
El conocimiento arqueológico e histórico de la fortificación tardorromana y tardoantigua en la Cantabria administrativa puede considerarse como un vacío casi absoluto. En este trabajo se resumen la totalidad de las contribuciones y nuevos conocimientos y descubrimientos sobre estos asentamientos arqueológicos, en los últimos diez años.
Los autores dan a conocer un nuevo modelo de fortificación que se desarrolló en los últimos años del S. XII y principios del XIII con unas características muy definidas tanto en planta, alzado y distribución interior, como en su doble función, militar y palaciega. Sistema que se desarrolló y perfeccionó a partir de un modelo existente en los reinos taifas durante el S. XI. Este modelo permite datar una serie de edificios que hasta el momento no contaban con una cronología clara.
Se ofrece una síntesis de los resultados obtenidos en los trabajos de prospección arqueológica desarrollados en el valle del Nansa y Peñarrubia y que se enmarca dentro del Programa de Desarrollo Rural “Patrimonio y Territorio” promovido por la Fundación Botín. En total se han localizado e inventariado un total de seis castillos roqueros de cronología altomedieval y alrededor de veinticuatro torres y casas fuertes bajomedievales o de la Edad Moderna. También se desarrolla una hipótesis de interpretación de la evolución del sistema de castramentación durante los siglos medievales.
El autor aborda el estudio de las fortificaciones bajomedievales cántabricas, aplicándoles la metodología castellológica basada en la condición social de sus propietarios. Lo novedoso del estudio radica en confrontar por primera vez a los tres señoríos más poderosos de Cantabria (Velasco, Manrique y de la Vega), en su reparto territorial, lleno de tensiones entre sí y con otros linajes menores de la región.
Durante los siglos XVI al XVIII el sistema defensivo del territorio de Cantabria estuvo orientada en exclusiva a la fortificación costera. La tipología de las baterías construidas fue generalmente muy simple, pero también muy eficaz.
En este trabajo se describen los restos arqueológicos (campamentos, casas fortificadas, fuertes y reductos, trincheras y caminos y puentes) que han pervivido hasta hoy en el campo de batalla.
Tras la Guerra de la Independencia los esfuerzos fortificadores en Cantabria se centralizaron en Santoña y Santander. Durante las primeras décadas las tipologías fueron similares a las del siglo pasado, pero en la segunda mitad del siglo se suceden constantes innovaciones tecnológicas que dejan obsoletos rápidamente los sucesivos sistemas de fortificación.
El control napoleónico de la provincia de Cantabria se realizó a través de numerosos puestos fortificados de morfología e importancia variable. Desde estos puestos se mantuvieron abiertas las comunicaciones con Francia hasta mediados de 1812. Para minimizar costes y reducir tiempos de construcción, casi siempre se utilizaron estructuras preexistentes.
Relata los pormenores acaecidos durante la construcción de la defensa de Santander con motivo de la Tercera Guerra Carlista, está escrito en el año 1874. En este diario don José Almirante y Torroella narra su estancia en la ciudad entre los meses de enero y mayo, periodo durante el cual se llevó a cabo la construcción de la referida muralla y es una relación de situaciones laborales, meteorológicas, políticas, que nos reflejan desde una mentalidad militar, el pasar de los días, durante un destino no deseado y en espera de uno nuevo y más apetecible que al fin llega.
Se describen los abundantes restos arqueológicos de las diferentes líneas defensivas y emplazamientos fortificados de la Guerra Civil Española, especialmente del Ejército republicano en el frente de Santander. Trincheras, nidos de ametralladora, blocaos,… que se construyeron por todo el territorio hasta la ofensiva contra Santander en agosto de 1937.
En julio de 2006 la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes del Gobierno de Cantabria encomendó al Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria la elaboración del inventario de la arquitectura defensiva existente en la región. La existencia de un amplio abanico de construcciones y estructuras defensivas de diversas épocas aconsejó la división del trabajo en tres fases. En el presente artículo se detalla el estado actual del inventario, así como la metodología seguida para su elaboración. Resúmenes elaborados por Rafael Moreno García
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