Fortificación construida hacia 1624 para defensa de la playa de la Caleta, que no se contemplaba desde el puerto, fue promovida por el obispo Francisco de Mendoza, presenta en Málaga entre 1623 y 1626, se mantuvo durante el siglo XVIII.
En 1821 Juan Pérez señaló que el fuerte de Santa Catalina y sus instalaciones necesitaban obras de consideración que presupuestó en 2,030 reales de Vellón. En 1830 acababa de ser reparada y se hallaba en buen estado, pero sólo tenía de guarnición un sargento de artillería. En 1849 esta fortificación resultaba inútil y Miguel de Santillana y José Herrera García aconsejaron su demolición.
Vendido por el ejército, tras diversas transacciones llegó en 1915 a poder de Manuel Loring Martínez, desde 1911 conde de Mieres de Camino, este propietario encargaría hacia 1929 a los arquitectos franceses Levard y Lahalle un proyecto para la construcción del palacete existente que comunica por un paso elevado con los restos de la fortaleza que, tras su rescate, quedaron incorporados al jardín de la vivienda, donde se conservan.
Elementos arquitectónicos:
En 1803 Felipe de Paz describió el Castillo de Santa Catalina con dos torreones de 5 varas de diámetro y una cortina cerrando su recinto, tuvo plaza baja para cubrir su puerta, disponía de tres cañones, se le podían añadir otros dos de a 4 libras.
Fortificación construida hacia 1624 para defensa de la playa de la Caleta, que no se contemplaba desde el puerto, fue promovida por el obispo Francisco de Mendoza, presenta en Málaga entre 1623 y 1626, se mantuvo durante el siglo XVIII.
En 1821 Juan Pérez señaló que el fuerte de Santa Catalina y sus instalaciones necesitaban obras de consideración que presupuestó en 2,030 reales de Vellón. En 1830 acababa de ser reparada y se hallaba en buen estado, pero sólo tenía de guarnición un sargento de artillería. En 1849 esta fortificación resultaba inútil y Miguel de Santillana y José Herrera García aconsejaron su demolición.
Vendido por el ejército, tras diversas transacciones llegó en 1915 a poder de Manuel Loring Martínez, desde 1911 conde de Mieres de Camino, este propietario encargaría hacia 1929 a los arquitectos franceses Levard y Lahalle un proyecto para la construcción del palacete existente que comunica por un paso elevado con los restos de la fortaleza que, tras su rescate, quedaron incorporados al jardín de la vivienda, donde se conservan.