Obstáculo consistente en una red de piedras clavadas en el suelo para dificultar la aproximación del enemigo a los muros de una fortificación. Habitualmente se sitúan delente del foso, completando la defensa que ofrece este.
Los campos de piedras hincadas imedían la aproximación de máquinas de guerra y desbarataban las formaciones que intentasen asaltar la muralla.
Su equivalente en fortificación contemporánea son las alambradas y los obstáculos anticarro (dientes de dragón, etc.)