La construcción de este primer castillo documentado en Requesens se inscribe en las disputas entre los dos condados a raíz de su separación a finales del siglo X. Los condes de Rosellón mantuvieron el dominio, dentro del condado de Ampurias, hasta su extinción. El señorío de Requesens (dominicaturam de Rechesen) les fue reconocida en el convenio entre los condes respectivos del año 1075 y dominio sobre el castillo (castrum Rechosindo) vuelve a ser citado en la renovación de aquella en 1085 y en otro convenio del año 1121. Los condes roselloneses o los personajes a los que la infeudaron tenían un «castlà» (señor del castillo), que durante la primera mitad del siglo XII era un miembro de la misma familia condal, indicador claro del interés que tenían. Todos estos personajes debían fidelidad al conde de Ampurias y también al vizconde de Peralada, dentro de los territorios de los cuales se encontraba la fortaleza. Durante el siglo XII, los enfrentamientos entre todos ellos, a raíz de la alianza entre los Rocabertí, vizcondes de Peralada, y los condes de Rosellón, hizo del castillo de Requesens un vivo factor de conflicto. Uno de estos enfrentamientos, conocido precisamente como «guerra de Requesens» (1047-1072), se inició con la toma del castillo por parte del conde Ponce II de Ampurias. Éste vio, intranquilo, como sus dominios quedaban aislados y rodeados por tierras de un solo señor, el conde de Barcelona, que se apoderó también del condado en 1172. Para pacificar la zona, el nuevo señor del Rosellón, el conde-rey Alfonso II, renunció entonces a los derechos que le correspondían sobre Requesens a favor del conde de Ampurias, que obtuvo así el dominio pleno. Del castillo protagonista de estos hechos quedan muy pocos restos, situados en la zona del recinto superior, que en el siglo XIII, al construirse el nuevo recinto exterior, se conocía como fortaleza mayor o de arriba. A finales del siglo XII y durante el siglo XIII aparecen documentados diferentes individuos apellidados Requesens, que fueron, aparentemente, castellanos o señores del castillo por el conde de Ampurias. Así, un Arnau de Requesens (muerto después del 1256) está documentado en Gerona en 1181 y un Guillermo de Requesens (muerto después del 1262) consta como señor del castillo. Se supone, aunque no se ha podido encontrar ninguna prueba, que de la saga de estos señores del castillo -que, por otra parte, ya no se documenta más tarde- partiría el linaje de los Requesens, de mercaderes y ciudadanos, posteriormente ennoblecidos (condes de Palamós), documentados en Tarragona a partir del 1272 y que dio personajes importantes en la historia de Cataluña durante los siglos XV y XVI. Dicho Guillermo de Requesens adquirió, por matrimonio, la torre o fuerza de Cabrera en la ciudad de Gerona, llamada castillo de Cabrera y después de Requesens, que se tenía en feudo de los Montcada. La herencia de Guillermo pasaría a Botonac y más tarde (principios del siglo XIV) a Castellnou, nobles roselloneses que a veces se apellidan también Requesens. Durante la cruzada contra la Corona de Aragón, el castillo y su señor eminente, el conde de Ampurias ante la invasión y así lo recoge Bernat Desclot en su Crónica. En esta guerra fue asediado por los franceses (verano de 1285), pero no consiguieron tomarlo. Pero en 1288 fue fugazmente ocupado y saqueado por un ejército francés al servicio de Jaime II de Mallorca, que invadió el Ampurdán. Pedro I de Ampurias (1325-1341) adquirió a los Castellnou la señoría del castillo de Requesens, completando así el dominio condal. Se mantuvo bajo dominio de los condes de Ampurias hasta la reversión del condado a la corona en 1402, al ser declarado nulo el testamento del último conde, Pedro II de Ampurias, a favor de su esposa Juana de Rocabertí y, subsidiariamente, de su cuñado, el vizconde Jofre VI de Rocabertí. Sin embargo, este testamento fue invocado con éxito por el vizconde Dalmau VIII de Rocabertí para obtener de los nuevos reyes Trastámara algunos bienes en el territorio del antiguo condado de Ampurias, entre ellos el castillo de Requesens (1418), por donación de Alfonso el Magnánimo. Los vizcondes de Rocabertí mantendrían la posesión hasta finales del siglo XIX. Entre 1893 y 1899 fue totalmente reconstruido por sus propietarios, los últimos condes de Peralada residentes en el territorio, Tomás de Rocabertí-Boixadors Dameto y de Verí y su hermana Juana-Adelaida, con la intención de convertirlo en residencia de verano y de acuerdo con los criterios neomedievales entonces en boga, tal como habían hecho hacer también en el castillo de Peralada. Sin embargo, a diferencia de otros ejemplos de reconstrucciones neomedievales próximas (Carcasona), el estilo elegido no desdice el propio del área mediterránea. Las obras fueron dirigidas por el maestro de casas Alexandre Comalat, que reconstruyó los aún vistosos restos del edificio medieval con el mismo trazado y la misma piedra de granito de la montaña con la que había sido construido, por lo que actualmente es muy difícil distinguir la parte original de la reconstruida.
Tipo estructura:
Complejo
Planta:
Irregular
Elementos arquitectónicos:
Del edificio medieval parece que persisten poco más que unos muros de baluartes, la torre cuadrada del norte y una parte de la puerta del recinto superior, fechados en los siglos XII-XIV. Se conservan fotografías excepcionales de antes y durante del proceso de reconstrucción, algunas de las cuales efectuadas por el propio conde Tomás de Rocabertí, uno de los primeros fotógrafos aficionados de la comarca.
Restauración:
Total
Valoración:
Reconstrucción Completa
Uso actual:
Turístico
Titularidad:
Privado
La construcción de este primer castillo documentado en Requesens se inscribe en las disputas entre los dos condados a raíz de su separación a finales del siglo X. Los condes de Rosellón mantuvieron el dominio, dentro del condado de Ampurias, hasta su extinción. El señorío de Requesens (dominicaturam de Rechesen) les fue reconocida en el convenio entre los condes respectivos del año 1075 y dominio sobre el castillo (castrum Rechosindo) vuelve a ser citado en la renovación de aquella en 1085 y en otro convenio del año 1121. Los condes roselloneses o los personajes a los que la infeudaron tenían un «castlà» (señor del castillo), que durante la primera mitad del siglo XII era un miembro de la misma familia condal, indicador claro del interés que tenían. Todos estos personajes debían fidelidad al conde de Ampurias y también al vizconde de Peralada, dentro de los territorios de los cuales se encontraba la fortaleza. Durante el siglo XII, los enfrentamientos entre todos ellos, a raíz de la alianza entre los Rocabertí, vizcondes de Peralada, y los condes de Rosellón, hizo del castillo de Requesens un vivo factor de conflicto. Uno de estos enfrentamientos, conocido precisamente como «guerra de Requesens» (1047-1072), se inició con la toma del castillo por parte del conde Ponce II de Ampurias. Éste vio, intranquilo, como sus dominios quedaban aislados y rodeados por tierras de un solo señor, el conde de Barcelona, que se apoderó también del condado en 1172. Para pacificar la zona, el nuevo señor del Rosellón, el conde-rey Alfonso II, renunció entonces a los derechos que le correspondían sobre Requesens a favor del conde de Ampurias, que obtuvo así el dominio pleno. Del castillo protagonista de estos hechos quedan muy pocos restos, situados en la zona del recinto superior, que en el siglo XIII, al construirse el nuevo recinto exterior, se conocía como fortaleza mayor o de arriba. A finales del siglo XII y durante el siglo XIII aparecen documentados diferentes individuos apellidados Requesens, que fueron, aparentemente, castellanos o señores del castillo por el conde de Ampurias. Así, un Arnau de Requesens (muerto después del 1256) está documentado en Gerona en 1181 y un Guillermo de Requesens (muerto después del 1262) consta como señor del castillo. Se supone, aunque no se ha podido encontrar ninguna prueba, que de la saga de estos señores del castillo -que, por otra parte, ya no se documenta más tarde- partiría el linaje de los Requesens, de mercaderes y ciudadanos, posteriormente ennoblecidos (condes de Palamós), documentados en Tarragona a partir del 1272 y que dio personajes importantes en la historia de Cataluña durante los siglos XV y XVI. Dicho Guillermo de Requesens adquirió, por matrimonio, la torre o fuerza de Cabrera en la ciudad de Gerona, llamada castillo de Cabrera y después de Requesens, que se tenía en feudo de los Montcada. La herencia de Guillermo pasaría a Botonac y más tarde (principios del siglo XIV) a Castellnou, nobles roselloneses que a veces se apellidan también Requesens. Durante la cruzada contra la Corona de Aragón, el castillo y su señor eminente, el conde de Ampurias ante la invasión y así lo recoge Bernat Desclot en su Crónica. En esta guerra fue asediado por los franceses (verano de 1285), pero no consiguieron tomarlo. Pero en 1288 fue fugazmente ocupado y saqueado por un ejército francés al servicio de Jaime II de Mallorca, que invadió el Ampurdán. Pedro I de Ampurias (1325-1341) adquirió a los Castellnou la señoría del castillo de Requesens, completando así el dominio condal. Se mantuvo bajo dominio de los condes de Ampurias hasta la reversión del condado a la corona en 1402, al ser declarado nulo el testamento del último conde, Pedro II de Ampurias, a favor de su esposa Juana de Rocabertí y, subsidiariamente, de su cuñado, el vizconde Jofre VI de Rocabertí. Sin embargo, este testamento fue invocado con éxito por el vizconde Dalmau VIII de Rocabertí para obtener de los nuevos reyes Trastámara algunos bienes en el territorio del antiguo condado de Ampurias, entre ellos el castillo de Requesens (1418), por donación de Alfonso el Magnánimo. Los vizcondes de Rocabertí mantendrían la posesión hasta finales del siglo XIX. Entre 1893 y 1899 fue totalmente reconstruido por sus propietarios, los últimos condes de Peralada residentes en el territorio, Tomás de Rocabertí-Boixadors Dameto y de Verí y su hermana Juana-Adelaida, con la intención de convertirlo en residencia de verano y de acuerdo con los criterios neomedievales entonces en boga, tal como habían hecho hacer también en el castillo de Peralada. Sin embargo, a diferencia de otros ejemplos de reconstrucciones neomedievales próximas (Carcasona), el estilo elegido no desdice el propio del área mediterránea. Las obras fueron dirigidas por el maestro de casas Alexandre Comalat, que reconstruyó los aún vistosos restos del edificio medieval con el mismo trazado y la misma piedra de granito de la montaña con la que había sido construido, por lo que actualmente es muy difícil distinguir la parte original de la reconstruida.
Visita libre
Julio y Agosto Cada día, de 10 a 14h - De lunes a viernes, de 16 a 19h
Resto del año: Sábado y domingos, de 11 a 17h
Precio entrada 2 euros
Acceso al castillo:
en coche
Autor: José A. Rios Robles Archivo / Depósito: AEAC
Autor: José A. Rios Robles Archivo / Depósito: AEAC